Hábitos alimenticios
La dieta de los reptiles varía mucho más de una especie particular a otra que de un grupo a otro de reptiles, por lo que es muy difícil generalizar sobre las costumbres alimenticias de estos animales. La excepción a la gran variabilidad en la alimentación de los reptiles la constituye el grupo de las serpientes, así como el de los cocodrilos, que son carnívoros estrictos.
La dieta de serpientes y cocodrilos (excepto en alguna especie concreta) no incluye ninguna proporción de alimento vegetal sino que todos estos animales comen solamente otros animales, tanto vertebrados como invertebrados.
La mayoría de los reptiles carnívoros se alimentan de cualquier presa que esté dentro de un determinado rango de tamaño. Sin embargo, las serpientes son más especialistas y no se limitan a consumir cualquier presa adecuada a su talla. En cualquier caso, además del tamaño de las presas los reptiles valoran el tipo de movimientos que hacen en desplazarse, el olor que desprenden, su colorido o la temperatura corporal de las propias presas.
En la mayoría de reptiles carnívoros, otro factor que condiciona el tipo de presa que van a consumir, además del tamaño y otras características propias de una presa en concreto, es la variabilidad propia de presas existentes en el lugar donde vive ese reptil. De hecho, sin llegar al extremo de los anfibios, en general, los reptiles comen cualquier animal que esté a su alcance.
A pesar de la gran variedad en cuanto a dietas de los reptiles, podemos afirmar que la mayoría de esta clase de animales son especies carnívoras, que engullen sus presas sin masticarlas. Los reptiles carnívoros no mastican el alimento, se lo tragan entero, después de sujetar a la presa con sus dientes y colocarla en la posición adecuada, a veces con la ayuda de las extremidades anteriores, como en el caso de las tortugas acuáticas.
De hecho muchos reptiles, salvo las tortugas que tienen en su lugar láminas córneas, poseen dientes para sujetar mejor a la presa y evitar que escape. Los dientes de los reptiles están soldados a las mandíbulas, excepto en los cocodrilos que se hallan implantados en los alvéolos dentarios, como muestra de su mayor grado evolutivo. Los dientes de los reptiles, a diferencia de los dientes de los mamíferos, se renuevan varias veces a lo largo de su vida (son polifiodontos).
En general, los saurios no mastican tampoco las presas, pero a diferencia de las serpientes, no las tragan totalmente enteras sino que ya están un poco trituradas por sus mandíbulas cuando las engullen.
Cocodrilos
Son carnívoros oportunistas, consumen una variedad de presas, incluyendo insectos, moluscos, peces, sapos, reptiles, aves y mamíferos. Muchas especies son cazadores nocturnos. La dieta de los cocodrilos varía con el hábitat, talla y edad. Después de la eclosión, las crías se alimentan de insectos, sapos, lombrices, cangrejos, camarones y peces pequeños. Los subadultos y adultos se alimentan principalmente de peces, cangrejos, otros reptiles, aves y mamíferos. Pueden mostrar un avanzado comportamiento social de alimentación cuando se trata de presas grandes.
Quelonios
Son primordialmente carnívoros, alimentándose de una variedad de presas, incluyendo crustáceos, insectos y peces. Chelus fimbriatus es completamente carnívora, y algunas especies pueden ser altamente omnívoras, como Phynops rufipes. Asimismo existen familias principalmente herbívoras que consumen una variedad de plantas acuáticas y algunos frutos, pero estas también consumen algunos moluscos, crustáceos, insectos y peces.
Lagartos
Los lagartos pueden ser omnívoros, insectívoros (80%), carnívoros u omnívoros. Algunos lagartos son primariamente herbívoros (Iguana iguana), pero pueden consumir también insectos, huevos de aves y carroña. Amblyrhynchus cristatus se alimenta únicamente de algas marinas.
Ofidios
Los ofidios son carnívoros, por lo que necesitan alimentarse de animales. En cautiverio, las presas pueden ser ofrecidas vivas, pero existe el peligro inherente de que una presa que no sea comida, por ejemplo un ratón pueda atacar y herir a la serpiente. Muchas especies aceptan presas muertas. Las presas congeladas pueden ser fácilmente desheladas en un horno de microondas y ofrecidas a la serpiente, pero no debe tener una temperatura mayor a 37ºC. En cautiverio, los ofidios son normalmente alimentados con ratones, ratas, conejillos de indias, conejos y pollitos. Las serpientes juveniles consumen el mismo tipo de presa que los adultos, solamente necesitan especímenes más pequeños. Los bóidos prefieren los roedores. Los pollitos pueden ofrecerse a las anacondas. Los vipéridos consumen roedores. Los colúbridos tienen preferencia por varias especies, algunos consumen aves y roedores, otros se alimentan de anfibios, peces o mamíferos pequeños.
Anatomía del tracto digestivo
Las partes de la boca de muchos reptiles son usadas para agarrar, cortar o desgarrar su alimento. Esto se complementa con un pico en los quelonios y dientes en otros reptiles. Las mandíbulas de las serpientes están arregladas para distensión e incluso desarticulación durante la ingestión de la presa, y los colmillos en algunas especies, son usados para inyectar toxinas o enzimas digestivas. Los dientes para comer moluscos en los lagartos están modificados para aplastar, y herbívoros tales como la iguana tienen dientes en cúspide, pero la mandíbula superior e inferior de los reptiles es igual de ancha y su articulación proporciona un cierre de tijera inapropiado para moler el alimento en pequeñas partículas. Algunas especies tienen una lengua extensible que sirve como un órgano sensorial. La cavidad oral de los reptiles contiene células secretoras de mucus, y muchas especies tienen glándulas orales complejas, las cuales secretan veneno y enzimas digestivas en algunas serpientes y lagartos. Sin embargo, las glándulas salivales están usualmente ausentes y cuando están presentes secretan solamente mucus.
El estómago de los reptiles tiende a ser tubular, pero es largo en cocodrilos, con un píloro muscular que es separado del resto del estómago por una constricción. Los gastrolitos (piedras, grava o arena) han sido reportados en el estómago de quelonios, lagartos, y en el 100% de Crocodylus nycloticus de más de 2m de largo. La tortuga de orejas rojas de Florida, es herbívora, tiene un intestino delgado extremadamente largo y el intestino grueso corto, pero el intestino delgado es generalmente más corto en herbívoros y más largo en carnívoros. El intestino delgado de la mayoría de los herbívoros es más largo que el de otros reptiles e incluye un saco ciego en su unión con el intestino grueso. El ciego y colon proximal de los lagartos herbívoros en las familias Agamidae, Scincidae e Iguanidae está compartimentado por dobleces de la mucosa, los cuales retardan el pasaje de la ingesta e incrementan el área de superficie absorbente.
En los Reptiles, únicamente en la boca hay caracteres diferentes con respecto al tubo digestivo de los otros vertebrados. A continuación se presentan las principales diferencias en el aparato digestivo de los reptiles.
La lengua es bífida en los ofidios y saurios
Los dientes, en relación con las glándulas venenosas, en los Ofidios.
Los quelonios o tortugas carecen de dientes, presentan un pico denominado ranfoteca.
Los caimanes y los cocodrilos presentan dentición homodonta y estómago globular. El estómago globular es una cámara muscular que interviene en la trituración de alimento y en la digestión química. El intestino desemboca en la cloaca que se abre al exterior por medio de la abertura cIoacal también llamada ano. Presentan hígado y páncreas como glándulas anexas.
Tracto digestivo de reptiles con diferentes hábitos alimenticios. De izquierda a derecha: carnívoro (caimán), omnívoro (algunas tortugas) y herbívoro (iguana verde) |
Las serpientes heterodontas presentan colmillos, algunos asociados a una glándula venenosa, poseen boca con mandíbula adaptada para la deglución de grandes presas. El alimento es triturado a nivel de cavidad estomacal y porciones terminales del esófago. En los Ofidios, la boca se abre ampliamente, gracias al hueso cuadrado y a ligamentos que le permiten ensancharse. Esto facilita a las Víboras la ingestión de pájaros y otras aves pequeñas y a las Boas y Pitones, tragar mamíferos de mayor tamaño. Tienen dientes numerosos. Unos en forma de gancho para sujetar las presas y otros Acanalados o Tubulados para inyectar la ponzoña que proviene de glándulas salivales cuya secreción es venenosa. Presentan órganos como: la boca provista de dientes y lengua bífida (partida al medio) y glándulas salivales con veneno, continúa con la faringe, esófago, estómago, intestino delgado y grueso y cloaca. Las glándulas anexas son el hígado que segrega la bilis y el páncreas que segrega el jugo pancreático. En el intestino se produce la absorción de nutrientes que pasan a la sangre.
La cavidad bucal y la faringe son pasajes compartidos para el movimiento del aire hacia fuera y dentro del pasaje respiratorio y para el movimiento de la comida y el agua hacia el tubo digestivo. El alimento y el agua entran directamente a la cavidad bucal a través de la boca.
En los ofidios el tubo digestivo, al igual que la mayoría de sus órganos internos, es alargado y se relaciona con la forma longitudinal del cuerpo. El esófago y el estómago son muy distensibles en estos reptiles, lo cual facilita la ingestión de presas muy voluminosas, sin ninguna dificultad.
Principales patologías nutricionales
Una mala alimentación conlleva a carencias o excesos de determinados nutrientes, y finalmente esto genera enfermedades, y en muchos casos un acortamiento sustancial de la esperanza de vida del animal. Las dietas mal balanceadas causan comúnmente enfermedades en los animales cautivos. Esto usualmente resulta de un balance inapropiado de minerales, deficiencias vitamínicas o elevados niveles de proteína en la dieta.
Quelonios
La enfermedad metabólica ósea es uno de los desórdenes nutricionales más comunes en animales en cautiverio. Un exceso de calcio y vitamina D3 puede ser problemático cuando los quelonios son alimentados con alimento comercial para mascotas. La mineralización de músculo liso y tejido renal es a menudo un hallazgo secundario en la necropsia en animales mantenidos a base de alimentos para perro, gato o mono.
La deficiencia de vitamina A es más comúnmente observada en tortugas alimentadas con dietas altas en proteína y deficientes en vitamina A. Los signos clínicos incluyen conjuntivitis, blefaritis e hinchazón del tercer párpado. En deficiencia de vitamina A, la producción de mucina decrece, y la estructura glandular de los ojos y el tracto respiratorio se ve afectada por metaplasma escamosa. La hiperqueratosis y la metaplasia escamosa de la mucosa ocular, nasal y faríngea, resulta en invasión secundaria de estas superficies por microorganismos patógenos oportunistas. La administración oral o parenteral de vitamina A y la corrección de las deficiencias dietéticas es recomendada. Los casos crónicos de deficiencia de vitamina A usualmente requieren terapia antibiótica por los microorganismos patógenos que se encuentran de manera secundaria invadiendo las membranas mucosas dañadas.
La hiperuricemia o gota ocurre frecuentemente. Las dietas con elevados niveles de proteina, reducción de la perfusión renal causada por deshidratación o nefrosis y la lesión tubular renal producida por fármacos nefrotóxicos puede resultar en gota visceral, articular o periarticular. Los quelonios terrestres alimentados con fuentes concentradas de proteina animal, desarrollarán una alta concentración sérica de ácido úrico. La hiperuricemia iatrogénica puede resultar de la administración de aminoglucósidos o sulfonamidas a elevadas dosis o en presencia de deshidratación clínica.
Los signos clínicos de la hiperuricemia incluyen hinchazón articular, y elevadas concentraciones de ácido úrico en suero. Radiografías de las áreas afectadas pueden mostrar lesiones radio-opacas. Una terapia subsecuente de antiinflamatorios es benéfica. La terapia sistémica debe ser monitoreada por mediciones secuenciales de ácido úrico sérico.
Lagartos
La falta de luz solar natural, no permite la producciñon de vitamina D3 necesaria para la absorción de calcio. La provisión de un espectro de luz UV con luces artificiales puede ser suficiente para algunas iguanas, y es definitivamente recomendada si la iguana está al interior de una casa. Varios factores pueden contribuir al desarrollo de la enfermedad metabólica ósea, aún cuando se provee la luz artificial “adecuada”.
Ofidios
Las enfermedades nutricionales rara vez ocurren en las serpientes puesto que estas son alimentadas con presas de vertebrados enteros, los cuales proveen los nutrientes esenciales. Una presa vertebrada bien nutrida puede ser considerada como una dieta “completa y balanceada”.
Las serpientes acuáticas, tales como Liophys sp e Hydrodinastis sp, que se alimentan de peces, pueden desarrollar deficiencia de tiamina si son alimentadas con pescado descongelado. La tiamina es degradada por la acción de la enzima tiaminasa. Los signos clínicos generalmente no son específicos. Las serpientes afectadas son incapaces de atacar exactamente a su presa. El pescado congelado debe ser suplementado con tiamina. Evitar ofrecer pescado grasoso.
Las serpientes cautivas pueden volverse obesas si son alimentadas frecuentemente, ya que estas no gastan la energía que obtienen de la dieta. La obesidad predispone a los animales a enfermedades tales como esteatitis y puede causar infertilidad. La acumulación de enormes volúmenes de tejido adiposo en la cavidad celómica, subcutánea o intramuscular, y/o en órganos parenquimatosos puede conducir a malfuncionamiento. Los bóidos y vipéridos deben ser alimentadas una vez cada cuatro semanas, mientras que las serpientes acuáticas deben ser alimentadas cada semana.
Por otro lado, es necesario considerar el tamaño de la serpiente para determinar la cantidad de alimento, así como la frecuencia con que será alimentada. Existen casos de caquexia por inanición, en donde los animales son ayunados por un tiempo muy prolongado o se les suministra una cantidad de alimento insuficiente.
Cuando el umbral renal es excedido, los uratos son depositados en otras partes del cuerpo. La deshidratación es probablemente el factor primario en la predisposición de las serpientes a presentar gota. Las enfermedades crónicas, tales como enfermedad renal, hipertensión y hambre, pueden afectar la excreción de ácido úrico. El abuso de antibióticos nefrotóxicos, como los aminoglucósidos, puede causar nefrosis tubular y predisposición a la hiperuricemia.