mayo 30, 2013

Distemper canino en felinos silvestres

Barrueta Acevedo, F.M.

Introducción
El virus del distemper canino es un morbilivirus de cadena negativa, perteneciente a la familia Paramyxoviridae (Myers et al, 1997). Ocurre naturalmente en perros y otros miembros de la familia de los caninos, y en los últimos años se ha descrito en otras especies. La naturaleza contagiosa de la enfermedad fue descrita por primera vez por Carré en 1905, siendo identificado el agente como un virus, más de 20 años después (Laidlaw & Dunkin, 1928). Fue agrupado dentro de los virus de la influenza por Holmes (1948), basado en sus características clínicas, que involucra infecciones respiratorias. Sin embargo, Koprowski (1958) e Imagawa (1960) lo relacionaron con el virus del sarampión y el de la peste bovina (Meulen & Hall, 1978).

Epizootiología
Se distribuye mundialmente y tiene un amplio rango de hospederos. Afecta a todas las especies de la familia Canidae, Procyonidae, Mustelidae y Hienidae. También se ha reportado en algunos miembros de la familia Felidae y en pecarí de collar.


En los últimos años, la incidencia del virus del distemper canino, parece haber aumentado debido a fallas en la vacunación, inmunización insuficiente y a la posible emergencia de cepas genéticamente distintas. Entre los casos más relevantes podemos citar brotes en focas del Caspio en 1997, un brote en perros en las Islas Galápagos en 2001

Por otro lado, la infección por una nueva variante del virus del distemper canino y otros morbilivirus ha ocurrido alrededor del mundo en grandes felinos y otras especies. En grandes felinos, al menos dos epizootias han sido reportadas, una en California y la otra en el Serengeti, ambas con una elevada tasa de mortalidad, de 23 y 30%, respectivamente (Myers et al, 1997). Lo anterior coincide con lo observado por varios autores, donde se muestra un incremento en la susceptibilidad de grandes felinos al virus del distemper canino (Roelke et al., 1996; Steinel et al. 2001).

A pesar de que muchos autores sostienen que el virus del distemper canino no ha mostrado ser patogénico en leones y tigres, así como de la escasa cantidad de reportes del virus del distemper canino en felinos exóticos, otros cuestionan estos puntos (Myers et al, 1997).

Transmisión
La transmisión ocurre directamente por aerosoles de secreciones respiratorias, o a través de secreciones oculares, orina y heces. El virus del distemper canino es eliminado a los 7 días post-infección y se puede diseminar en casos extremos durante 60 a 90 días, aunque generalmente los periodos de eliminación son menores. Al ser inestable fuera del hospedero, la transmisión indirecta es rara. 

El contacto entre animales recién infectados (subclínicos o enfermos) conserva al virus dentro de una población. Los animales que se recuperan de la infección son inmunes de por vida y dejan de eliminar el virus al medio. Eventos que conlleven alto estrés, inmunosupresión y exposición a ambientes altamente contaminados, pueden favorecer la transmisión.

Patogénesis
La enfermedad tiene un periodo de incubación de 14 a 18 días. El virus penetra al organismo mediante inhalación de aerosoles, el virus del distemper canino se multiplica inicialmente en los tejidos linfáticos. Existe una multiplicación a las 24 horas en los macrófagos tisulares y el virus se distribuye por estas células hasta los ganglios bronquiales, retrofaríngeos y tonsilas, de allí se disemina al resto de tejidos linfáticos corporales. Entre el tercer y sexto día post-infección se eleva la temperatura, coincidiendo con la aparición de interferón circulante. La proliferación del virus del distemper canino en estos sitios se debe a la marcada linfopenia que presentan los animales infectados, a causa del daño que provoca el microorganismo en las células linfoides y que afecta tanto a las células T, como a las B.

Entre la segunda y tercera semana post-infección, se inicia la respuesta inmune humoral y celular. La infección puede seguir dos caminos:
  1. Si  la respuesta es adecuada, si los anticuerpos neutralizantes se sintetizan rápidamente y alcanzan niveles adecuados, los síntomas clínicos son leves y el virus prácticamente no se difunde al resto del organismo.
  2. Si la respuesta es inadecuada, débil o tardía, el virus del distemper canino invade todo el organismo, principalmente los epitelios intestinal, urogenital, respiratorio y dérmico principalmente, aunque también puede diseminarse hacia el Sistema Nervioso Central y glándulas endócrinas y exócrinas. El resultado se manifiesta en signos multisistémicos, con una segunda fase febril y un alto grado de mortalidad, por lo general el virus persiste en los tejidos hasta la muerte.

La diseminación del virus hacia el medio comienza cuando se forman las colonias epiteliales y se realiza a través de todas las excreciones del cuerpo, incluyendo a aquellos animales que cursen con presentación subclínica. La infección secundaria bacteriana en las vías respiratorias y el aparato digestivo, incrementa la severidad de los signos.

Los individuos que desarrollan enfermedad aguda o subaguda desarrollan una muy pobre o nula respuesta inmune humoral y celular. Los animales con infección crónica del sistema nervioso central pueden desarrollar una respuesta inmune en forma tardía. El líquido cefalorraquídeo de individuos recuperados en forma rápida usualmente no posee anticuerpos ni interferón. Los animales que mueren después de una infección aguda del SNC tienen interferón en el LCR pero no tienen anticuerpos neutralizantes. Los que desarrollan enfermedad subaguda o crónica con signos nerviosos tienen interferón y pueden tener anticuerpos neutralizantes en el LCR.

Las cepas virales que inducen infección aguda fatal afectan predominantemente la sustancia gris del SNC y provocan destrucción neuronal e incluye únicamente las cortezas cerebral y cerebelar. Las cepas virales que causan una enfermedad mas leve afectan la sustancia blanca del SNC y provocan desmielinización del cerebelo, nervio óptico y cordón espinal, en ese caso la recuperación o la muerte puede demorarse dos o tres meses.

Por otro lado es posible la presencia de signos nerviosos sin otros signos previos de enfermedad generalizada. Después de una aparición retardada de respuesta inmune, el virus puede desaparecer de los tejidos linfáticos y epitelios, pero puede persistir en SNC, ojo y almohadilla plantar.

No existe forma de predecir que animales desarrollen problemas neurológicos, sin embargo, algunos autores mencionan una asociación entre la forma de presentación de la enfermedad sistémica y la posterior aparición de secuelas nerviosas. Mientras que la aparición de dermatitis impetiginosa en cachorros rara vez está vinculada con lesiones neurológicas, por otro lado el desarrollo de hiperqueratosis nasal y digital generalmente va acompañada de secuelas nerviosas.


Manifestaciones Clínicas
La enfermedad se caracteriza clínicamente por pirexia, exantema y signos digestivos y respiratorios. Sin embargo, algunos animales desarrollan una encefalomielitis desmielinizante, con signos neurológicos severos, como temblores, parálisis y convulsiones. Estos signos pueden aparecer semanas o meses después de la recuperación de la infección aguda, aunque puede ocurrir en individuos sin precedentes de enfermedad clínica aguda (Meulen & Hall, 1978).

El desorden del sistema nervioso central observado produce una encefalitis esclerosante. En general, los cambios neuropatológicos, ya sean desmielinizantes o necróticos, afectan principalmente la materia blanca del cerebelo, puente y médula espinal (Meulen & Hall, 1978).

Diagnóstico
Hematología
En casos agudos la linfopenia y la trombocitopenia son anormalidades que se presentan en forma habitual. Puede presentarse además monocitosis. Otros cambios dependen de los órganos afectados y de la presencia o no de infección bacteriana secundaria. En casos agudos, pueden ser vistas algunas inclusiones virales intracitoplasmáticas dentro de linfocitos y eritrocitos circulantes. También pueden aparecer en células de descamación en el epitelio corneal y/o conjuntival. En casos subagudos o crónicos estas pruebas pueden resultar negativas, aunque no se deberá descartar la presencia del virus (Tomás, 2007).

Serología
De todos los métodos de diagnóstico virológicos para el Distemper, el serodiagnóstico es el más utilizado por los veterinarios para la identificación de anticuerpos. Este puede ser mediante (Tomás, 2007):

Inmunofluorescencia indirecta (IFI). En base a células infectadas y la prueba de ELISA en base a virus purificados. Depende de la interpretación del técnico, por lo que el resultado puede variar de un laboratorio a otro (Tomás, 2007).

Seroconversión. La medición de anticuerpos séricos IgM (contra las proteínas del núcleo viral NP y P) y las IgG (contra los antígenos de la cápsula H y F), pueden ayudar en el diagnóstico de Distemper, pero la prueba no diferencia los anticuerpos pasivos maternos, los anticuerpos vacunales y los anticuerpos por infecciones subclínicas, de los anticuerpos que son producto de la enfermedad en cachorros, en animales previamente inmunizados y en los que han tenido contacto previamente con el virus. La detección de anticuerpos neutralizantes, precipitantes o citotóxicos no es suficiente para el diagnóstico. Perros no vacunados, infectados en forma aguda pueden morir sin aparición de anticuerpos neutralizantes mientras que los infectados en forma subaguda o crónica, pueden tener niveles de anticuerpos comparables con los perros vacunados (Tomás, 2007).

Análisis serológico del liquido cefalorraquídeo (LCR). Los signos neurológicos suelen aparecer entre 1 y 3 semanas, luego que el individuo se ha recuperado de los signos gastrointestinales y/o respiratorios. La determinación de anticuerpos específicos contra el virus en LCR es diagnóstico de encefalitis por Distemper. Cualquier anticuerpo anti-distemper encontrado en LCR es de gran valor para el diagnóstico definitivo de Distemper (Tomás, 2007).

Diagnóstico definitivo
El diagnóstico definitivo requiere de la demostración de cuerpos de inclusión intranucleares e intracitoplasmáticos eosinofílicos (Cuerpos de Lentz) por examen citológico (coloración de Shorr, Diff Quick), o por inmunofluorescencia directa de muestras citológicas o histopatológicas. Los cuerpos de inclusión se pueden ver en eritrocitos y leucocitos, sin embargo estas inclusiones están presentes solo de 2 a 9 días luego de la infección, y no suelen estar presentes cuando los síntomas clínicos aparecen. Los cuerpos de inclusión pueden ser mas fácilmente visualizados en muestras de la costra flogística o de aspirados de medula ósea que en preparados de sangre periférica (Tomás, 2007).

Las partículas virales pueden ser detectadas por anticuerpos fluorescentes (IFA) en células de las tonsilas, ganglios linfáticos, árbol respiratorio, hisopados conjuntivales, sedimento urinario y LCR de 5 a 21 días post infección (Tomás, 2007).

La partícula viral puede ser encontrada en las células del LCR, en animales con signos neurológicos, en el 80% de los casos. En raras ocasiones la vacunación reciente puede dar falsos positivos. Más de una muestra puede ser necesaria para encontrar e identificar el virus, en casos subagudos o crónicos estas pruebas pueden resultar negativas, aunque no se descarta la presencia del virus. Da muchos falsos negativos (Tomás, 2007).

Otra prueba de laboratorio más recientemente utilizada es la Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR). Esta prueba permite detectar la proteína de la nucleocápside viral (NP) y puede resultar positiva aún cuando las pruebas de aislamiento y la Inmunocitoquímica no logren detectar al virus. Es un buen método para diagnóstico temprano en animales no vacunados recientemente (Tomás, 2007).

Biopsia de piel
Un estudio reciente descubrió que el virus del Distemper canino puede ser encontrado en biopsias superficiales de 1 cm. de piel normal del cuello dorsal, es una prueba ante-mortem fiable (sensible y específica). El efecto de la vacunación en esta prueba, es incierto y probablemente sea menos confiable durante la fase neurológica avanzada de la enfermedad (Tomás, 2007).

Necropsia - histopatología
Se deben analizar muestras de bazo, tonsilas, ganglios linfáticos, estómago, duodeno, vejiga y cerebro, por histopatología e inmunohistoquímica, pues el Distemper puede localizarse en diferentes tejidos (Tomás, 2007).

Tratamiento, Prevención y Control

No existe ningún tratamiento antiviral eficaz aunque se ha probado con éxito la administración precoz durante la fase de incubación o de viremia de un antisuero específico. En cuanto el virus alcanza los epitelios, resulta inaccesible para los anticuerpos séricos. Se han utilizado con éxito tratamientos inmunomoduladores como el factor de transferencia, aunque hacen falta más estudios al respecto.

Tratamiento de sostén.
Se indica la terapia antibiótica debido a la infección bacteriana secundaria, especialmente del tracto respiratorio y digestivo. Es altamente recomendable el uso de antipiréticos. Aplicar una adecuada terapia de fluidos y electrolitos en caso de deshidratación El tratamiento de perros con signos neurológicos no es satisfactorio. Los sedantes y anticonvulsivos pueden mejorar los signos clínicos pero no tienen efecto curativo. Sin embargo, los perros con signos nerviosos ocasionalmente se recuperan y la mioclonia y la neuritis óptica avanzan con el tiempo. La encefalitis multifocal progresiva suele conducir a tetraplejía, semicoma e incapacidad, por lo que se aconseja la eutanasia.

Profilaxis y Control
La inmunización por vacunación es la única forma efectiva de control para el moquillo canino en el perro doméstico. Sin embargo hacen falta estudios de efectividad para el caso de los felinos silvestres. La inmunización activa con vacunas de virus vivo modificado induce una inmunidad duradera y es la que ha hecho posible el control de la enfermedad en los últimos 35 años.

La mayoría de las vacunas disponibles actualmente son las producidas por adaptación del virus a células de aves o cultivos de células caninas. Las cepas adaptadas a células aviares son mas seguras aunque es posible que no todos los perros susceptibles sean protegidos, aunque la protección es cercana al 95%. Por otro lado, con las cepas adaptadas en cultivos de células caninas, se alcanza una protección cercana al 100%, pero con la posibilidad de que los animales desarrollen encefalitis post vacunal. Cualquier vacuna con virus vivo modificado puede ser fatal para especies exóticas, para las cuales deben utilizarse vacunas a virus inactivado.

Con los avances de la biotecnología se están desarrollando y produciendo vacunas recombinantes. Los virus portadores (vaccinia, poxvirus de canario, adenovirus o baculovirus) son adecuados para su uso en perros domésticos, aunque no se han estudiado en otras especies. Como insertos se utilizan los genes que codifican las proteínas H y F que producen inmunidad protectora. 

Interferón Recombinante Felino
Los interferones son glicoproteínas de bajo peso molecular secretadas temporalmente por diferentes tipos de células, principalmente del sistema inmune (macrófagos y linfocitos), en respuesta a una infección vírica y a otros estímulos. Actúan como mediadores celulares y son capaces de inducir un estado de resistencia viral en la célula. Además de su efecto antiviral, el interferón tiene propiedades inmunomoduladoras y antiproliferativas.

Los principales efectos biológicos de los IFNs son los siguientes:
A. Efecto antiviral
B. Efecto inmunomodulador
C. Efecto inhibidor de la multiplicación celular (antitumoral o antiproliferativo)

De estas características, resultan importantes para el tratamiento del distemper canino, las dos primeras:
  1. Efecto antiviral. El mecanismo de acción se desarrolla siempre a través de la interacción con su receptor en la superficie membranal, asociados a la ruta de señales internas conocidos como el sistema Jak/Stat, mediante esta unión el interferón es capaz de modificar el metabolismo de la célula induciendo la síntesis de proteínas efectoras, entre ellas la 2,5 oligoadenilato sintetasa (2,5 OAS) o bien la Proteín Cinasa R (PKR). La 2,5 OAS activa degrada al ADNm viral, mientras que la PKR induce la fosforilación de factores de traducción involucrados en la construcción del ADN viral, inhibiendo la síntesis de proteínas. El efecto antiviral del IFN tipo 1 inhibe la replicación tanto del ADN como del ARN viral. 
  2. Efecto inmunomodulador. Los interferones juegan un papel muy importante en los mecanismos inmunomoduladores, particularmente en los mecanismos mediados por células los cuales constituyen la principal defensa contra los virus. Estos papeles incluyen la estimulación de las células NK y el mejoramiento de su actividad citoilítica, activación de los linfocitos T citotóxicos, control y modulación de los antígenos celulares, producción de anticuerpos específicos y regulación de la producción de citocinas pro y antiinflamatorias. Estos efectos inmunomoduladores han llevado al uso clínico de los interferones para el control de desórdenes virales inmunomediados. El empleo del Interferón Omega Recombinante de origen Felino dentro de la terapéutica del distemper canino se desarrolló en Japón hacia finales de los años noventa.