junio 29, 2013

Parvovirus en carnívoros silvestres

Introducción

Los parvovirus se encuentran entre los virus DNA más pequeños que existen. La familia parvoviridae está compuesta por dos subfamilias: Parvovirinae, la cual infecta vertebrados, e incluye los géneros parvovirus, eritrovirus y dependovirus; y densovirinae, la cual infetcta invertebrados. Los dependovirus dependen de un adenovirus cooperador que supla las funciones para su replicación. Los parvovirus autónomos, parvovirus y eritrovirus, no necesitan un virus cooperador, pero requiere de las funciones celulares de fase S para la replicación de su DNA. Los parvovirus autónomos, infectan solamente un rango restringido de hospederos y tejidos (Vihinen-ranta et al. 2004)⁠. Todos los parvovirus que infectan y causan enfermedad en los carnívoros pertenecen al género Parvovirus, y se encuentran dentro de la familia Parvoviridae (Steinel et al. 2001)⁠.

El virus de la panleucopenia felina (FPV) fue reconocido por primera vez en 1928 en gatos domésticos (Felis catus) (Sassa et al. 2006)(Decaro et al. 2008). En 1978 se describe la presencia del parvovirus canino tipo 2 (CPV2) en perros, probablemente originado a partir del FPV, entre los cuales se ha observado recombinación genética (Ohshima and Mochizuki 2009)⁠. En la década siguiente se reportan dos variantes del mismo en gatos, estos son CPV2a en el año 1979, y CPV2b en 1984 (Sassa et al. 2006)(Ohshima and Mochizuki 2009)(Sassa et al. 2011)⁠.

Las principales diferencias entre estas variantes y el virus original CPV2, se basaron en cambios de nucleótidos, CPV2b tiene un sustitución adicional de nucleótido. Estas sustituciones cambiaron los epítopes antigénicaos que podían ser detectados con anticuerpos monoclonales, y estos tipos antigénicos son las cepas predominantes que circulan actualmente en diferentes poblaciones de caninos, reemplazando por completo a la cepa original CPV-2 a nivel mundial. El resurgimiento del hospedero felino para CPV2a y CPV2b, fue probablemente una ventaja selectiva del virus. Aproximadamente 5% de las infecciones por parvovirus en gatos domésticos (Felis catus) están causadas por CPV2a o CPV2b. Adicionalmente, los grandes felinos también son susceptibles a los genotipos de CPV. En un estudio llevado a cabo por Steinel et al. (2000), fueron aisladas secuencias de ADN de CPV2a y CPV2b de 9 guepardos, así como de un tigre siberiano que mostraban signos clínicos de parvovirosis. La alta prevalencia de infecciones por CPV2a/2b en grandes felinos, comparados a los de gato domético, pueden suegerir una alta susceptibilidad de estas especies (Steinel et al. 2001)⁠.

La panleucopenia felina es una enfermedad vírica muy contagiosa que afecta a todos los miembros de la familia Felidae. Se caracteriza por aparición súbita, curso rápido, morbilidad del 100 % y alta mortalidad (Verde and Marca 1987)⁠.

Al igual que el virus de la panleucopenia felina (FPV), los dos tipos antigénicos del parvovirus canino (CPV-2a y CPV-2b), el virus entérico del hurón (MEV), el parvovirus del zorro azul (BFPV), el parvovirus del mapache (RPV) y el parvovirus del perro mapache (RDPV), se encuentran inforrmalmente agrupados dentro del subgrupo del parvovirus felino. Otros parvovirus que afectan a carnívoros son el virus de la enfermedad del visón auletiano (ADV) y el parvovirus canino tipo 1 (CPV-1) (Steinel et al. 2001)⁠.

Epidemiología
La infección por parvovirus felino, algunas veces causa brotes letales en felinos silvestres y en cautiverio. Se han reportado distintos casos clínicos en leones (Panthera leo), leopardos (Panthera pardus), tigres (Panthera tigris), guepardos (Acinonyx jubatus), y gato salvaje africano (Felis lybica). Adicionalmente, la evidencia serológica indica que el parvovirus se ha diseminado en poblaciones silvestres de gato leopardo (Prionailurus bengalensis), civeta de palma (Paguma larvata taivana), lince canadiense (Lynx canadensis), pumas (Puma concolor), y lince rojo (Lynx rufus) (Sassa et al. 2011)⁠. El primer brote de la enfermedad en felinos cautivos fue reportado en los años 30´s y 40's. En 1947 ocurrió una epidemia en el parque de la “Sociedad Zoológica de Londres’’, donde varias especies de felinos, tales como tigres (Panthera tigris), leopardos (Panthera pardus), guepardos (Acinonyx jubatus), gatos silvestres (Felis sylvestris), linces (Lynx lynx), servales (Leptaillurus serval), gato tigre (Felis tigrina; Felis aurata) y ocelotes (Leopardus pardalis) estuvieron infectados. En los últimos años, la microscopía electrónica y nuevas técnicas diagnósticas han revelado que el leopardo de las nieves (Panthera unica), la pantera nebulosa (Neofelis nebulosa), el puma (Felis concolor) de Florida y California, el guepardo, el gato salvaje africano (Felis lybica) y el serval son susceptibles a la infección por parvovirus (Steinel et al. 2001)⁠. En un estudio serológico realizado en gatos domésticos en Costa Rica, se detectó una prevalencia de 92.8% (Blanco et al. 2009)⁠, mientras que en felinos silvestres en condiciones de cautiverio, se demostró la presencia de anticuerpos contra parvovirus felino en todos los animales muestreados (Blanco et al. 2011).

Aunque el contacto directo entre gatos ferales y felinos de colecciones zoológicas es prácticamente nulo, el contacto indirecto a través de la exposición de los felinos de zoológico a las heces de gatos ferales, es posible (Sassa et al. 2011)⁠.

Al igual que en la panleucopenia felina, el parvovirus canino se trata de un virus sumamente resistente al medio ambiente, pudiendo mantener su capacidad infectiva por 6 meses en materia fecal a temperatura ambiente (59). El primer suero positivo para CPV-2, fue colectado en Grecia en 1974 y provenía de un perro. Posterior a su surgimiento, el parvovirus canino se diseminó a la mayoría de las poblaciones de carnívoros. Para 1976 fue reportado en Bélgica y Holanda, de donde posteriormente se reportó su diseminación a nivel mundial, infectando cánidos domésticos y silvestres. En 1980 fueron reportados anticuerpos contra CPV-2 en poblaciones silvestres de lobo gris (Canis lupus) en Alaska (Zarnke et al., 1980). Tres poblaciones diferentes de coyotes en los Estados Unidos de América fueron encontradas seropositivas para CPV-2 en 1979. Signos clínicos de parvovirus han sido observados en coyotes cautivos y de vida libre. Durente 1980 y 1984 se dio la infección de cachorros de dingo (Canis dingo) en el jardín zoológico de Stendal, en Alemania (Steinel et al. 2001)⁠.

Prevalencia serológica, infección o signos clínicos de enfermedad debidos a virus relacionados, tanto a CPV como a FPV, han sido encontrados en chacales (Canis aureus, Canis adustus, Canis mesomelas; Alexander et al., 1994, zorro gris (Urocyon littoralis; Garcelon et al., 1992), el zorro kit (Vulpes macrotis mutica; McCue and O’Farrel, 1988), perros mapache asiáticos (Nyctereutes procyonoides; Veijalainen, 1986), perro venadero (Speothos venaticus, Mann et al., 1980, Chappuis and Lernould, 1987), el zorro cangrejero (Cerdocyon thous, Mann et al., 1980) y licaones (Lycaon pictus, Alexander et al., 1993) en el Masai Mara, Kenia. Algunas poblaciones de perro salvaje africano en el parque nacional Krüger, Sudáfrica, y otras del noreste de Namibia han permanecido aparentmente seronegativas. En el lobo de crín (Chrysocyon brachyurus), fue reportada una infección aguda causada por parvovirus, pero el virus aislado mostraba características (hemaglutinación, dependencia del pH) característicos de FPV (Bieniek et al., 1981). El parvovirus canino ha sido reportado en criaderos de perros mapache(Steinel et al. 2001)⁠.

La teoría más reciente acerca de la aparición del virus CPV-2, se basa en el aislamiento de algunos virus presentes en zorro rojo (Vulpes vulpes), que muestran una secuencia intermedia entre los virus FPV y CPV-2. El soporte de tal teoría se basa en que filogenéticamente, dentro del orden Carnivora, los zorros se encuentran clasificados más cercanamente a la familia Felidae que los lobos, coyotes o perros domésticos. Por lo tanto, el virus CPV-2 pudo haber emergido de un virus del tipo FPV en un carnívoro silvestre, y posteriormente se adaptó a los hospederos caninos (Steinel et al. 2001)⁠.

Basado en el análisis de secuencias de ADN del gen que codiifica la proteína estructural VP2, el RPV parece idéntico al FPV, y el BFPV puede representar un virus intermediario entre el FPV y el CPV-2, como tres intercambios de nucleótidos no codificantes, típico de los virus CPV, están presentes en el genoma del BFPV (Steinel et al. 2001)⁠.

Los parvovirus son muy estables en el medio ambiente, zoológicos, áreas de cría en cautiverio, refugios para animales y clínicas veterinarias, y su diseminación directa o indirecta desde los perros, pudo resultar en un incremento de las infecciones en las grandes especies de felinos. Debido a los resultados obtenidos con la vacunación de perros y gatos domésticos, es altamente recomendable la vacunación de los carnívoros no domésticos que se encuentren en riesgo (Steinel et al. 2001)⁠.

Transmisión y Patogenia
Para el parvovirus canino, la principal vía de infección es la oral. Experimentalmente se ha llevado a cabo la infección a través de la vía oronasal, nasal, intramuscular, intravenosa y subcutánea (Robinson et al, 1980). Los animales infectados eliminan el virus en las heces, habiéndose demostrado que durante la fase aguda de la enfermedad se llegan a alcanzar títulos de hasta 109 viriones infecciosos por gramo de materia fecal. Es probable que durante la fase de viremia, el virus sea también eliminado en algunas secreciones (Cannan & Povey, 1982).

La eliminación del virus en las heces de perros infectados ocurre durante aproximadamente dos semanas, a partir del tercer día posterior a la infección experimental por vía oral; en algunos casos puede prolongarse la fase de eliminación hasta por 25 días después de ocurrida la infección (Cannan & Povey, 1982).

El parvovirus canino posee una actividad linfocitotrópica. Los sitios primarios de replicación son los tejidos linfoides de la región bucofaríngea y los ganglios linfáticos mesentéricos. La infección se generaliza después de esto, debido a una viremia, estando el virus presente en todos los tejidos, incluyendo las células del epitelio intestinal.

Manifestaciones Clínicas
Los signos clínicos tienden a aparecer poco tiempo después de iniciado el periodo de excreción en las heces. La edad de los cachorros juega un papel muy importante en la miocarditis producida por este virus, ya que el parvovirus depende en gran parte de la síntesis de ADN de la célula huésped para lograr su replicación y las células del miocardio en cachorros neonatos se encuentra en franca proliferación, favoreciendo así la replicación del virus (Robinson et al, 1980). La infección por parvovirus canino puede dar origen a dos formas clínicas diferentes, una de carácter entérico y otra miocárdica. La mortalidad es superior en la forma cardiaca.

En la forma entérica, los signos más comunes son vómito, diarrea de color grisáceo y hemorrágica en la mayoría de los casos. Al principio de la enfermedad hay depresión, anorexia y fiebre; la diarrea se hace aparente durante las 6 a 24 horas siguientes a la aparición de los primeros indicios de la enfermedad. La diarrea propicia un cuadro de deshidratación severa, relacionada con muchos casos mortales. Al realizar estudios hematológicos de los animales afectados, es posible identificar cierto grado de leucopenia. Durante la fase de recuperación, se observa un incremento en la cuenta de leucocitos. Un estudio realizado con 40 casos de parvovirus, reveló que el 100% de los individuos presentaba diarrea, pero solo en el 55% había presencia de sangre en las heces, 85% sufrió vómitos, 48% mostró anorexia, 45% presentaron fiebre y 43% deshidratación; la leucopenia solo estuvo presente en el 28% de los casos.

La forma cardíaca ha sido diagnosticada solamente en perros menores de 12 semanas de edad. Sin embargo, pueden observarse fallas cardíacas después de los 5 meses de edad en los animales que sobrevivieron a una miocarditis parvoviral. Se produce con una tasa de mortalidad del 50%. A la auscultación son audibles arritmias cardíacas, disnea e incluso edema pulmonar. Es común encontrar al cachorro muerto sin que haya presentado signos de la enfermedad, como consecuencia de las fallas en la conducción de impulsos nerviosos a nivel de miocardio.

Las lesiones macroscópicas son sumamente variables y poco específicas, por lo general el estómago, duodeno y colon no sufren alteraciones (Mc Master et al, 1981). Algunos patólogos han descrito necrosis en la región cortical del timo, y atrofia del mismo en perros jóvenes; se produce necrosis en la médula ósea, con una reducción de células precursoras y maduras de las series mieloides y eritroides (Boosinger et al, 1982). En cachorros que mueren por la forma cardíaca, puede observarse flacidez de las paredes del miocardio, con dilatación de ventrículos y aurículas, edema pulmonar y frecuentemente hidropericardio, hidrotórax y ascitis. En ocasiones se puede notar la presencia de estrías pálidas en la zona ventricular del miocardio.

Diagnóstico
Diagnóstico clínico
El diagnóstico clínico es solamente presuntivo, debido a la gran variedad de signos que puede mostrar el animal, ya que muchas enfermedades muestran cuadros parecidos, tal como coronavirus, paramixovirus, hepatitis, gastroenteritis hemorrágica, enteritis parasitarias e infecciones bacterianas.

Hemoaglutinación (HA) e Inhibición de la Hemoaglutinación (IHA)
Debido a que el parvovirus canino es capaz de aglutinar los eritrocitos del cerdo, estos se utilizan para el diagnóstico de parvovirosis canina, centrifugando suspenciones de materia fecal y haciendo diluciones con el sobrenadante, añadiendo glóbulos rojos de cerdo a cada dilución, para establecer el título hemoaglutinante del virus de la muestra. Posteriormente, se trata de inhibir esta reacción repitiendo la prueba, pero añadiendo suero anti-parvovirus canino. Los resultados positivos a la IHA indican la presencia de parvovirus en las heces.

Seroneutralización
Ofrece resultados equivalentes a las pruebas de HA e IHA, pero utiliza cultivos de tejidos y necesita varios días, por lo que no se utiliza de rutina.

Técnica de anticuerpos fluorescentes
Se baña una laminilla preparada con tejido infectado, con suero problema; después de incubar y lavar la preparación, se tiñe con anticuerpos fluorescentes específicos. La persistencia del conjugado fluorescente en la preparación, indica la presencia de anticuerpos específicos contra parvovirus en el suero examinado.

Dado que existe una estrecha relación antigénica entre el parvovirus canino y el virus de la panleucopenia felina, se puede utilizar indistintamente conjugado preparado con uno u otro virus, con los mismos resultados.

Aislamiento del parvovirus
El diagnóstico definitivo de parvovirosis se puede lograr mediante el aislamiento del virus, utilizando para ello varias líneas celulares, e incluso, cultivos primarios de células de diferentes tejidos, como células de riñón de perro, células de pulmón de gato y células de pulmón de mink. El virus se puede aislar a partir de heces de perros infectados, durante las dos semanas siguientes a la infección. También se ha descrito el aislamiento a partir del miocardio (Robinson et al, 1980).

Microscopía electrónica
La observación de suspensiones de materia fecal preparadas para examen mediante microscopía electrónica, permite identificar las partículas de virus cuando las mismas están siendo eliminadas en heces. Con este método es factible diferenciar con facilidad entre parvovirus, coronavirus y rotavirus. Además, si se recurre a la inmuno-electromicroscopía, es factible diferenciar entre el parvovirus canino tipo 1 y el tipo 2.

Tratamiento, Prevención y Control
Tratamiento
No existen productos que actúen específicamente contra el parvovirus, por lo que el tratamiento se recomienda como medida auxiliar para contrarrestar los efectos de la deshidratación y evitar la aparición de enfermedades oportunistas. Por lo tanto es necesario instaurar terapia de fluidos por vía intravenosa. Se recomienda la administración de antibióticos para prevenir infecciones bacterianas oportunistas, siendo de elección la ampicilina, gentamicina y cefalosporinas, previa rehidratación.

Prevención
En la actualidad existen cuatro tipos de vacunas para la prevención de las infecciones causadas por el parvovirus: dos elaboradas con virus de la panleucopenia felina y dos con parvovirus canino. En ambos casos se dispone de una viva (atenuada) y una muerta (inactivada). Los anticuerpos que se producen en respuesta a la inmunización con el virus de origen felino, son capaces de neutralizar la acción del parvovirus canino.

Tanto para felinos como para caninos, la vacunación profiláctica es necesaria en cautiverio, debido al grado de contaminación de los zoológicos por los virus, que ponen en riesgo a los animales de la colección. Las vacunas comerciales polivalentes optimizadas para gatos domésticos, que contienen parvovirus, herpesvirus y calicivirus felino, inducen títulos de anticuerpos contra variantes antigénicas de parvovirus felinos en felinos silvestres (Sassa et al. 2011).

Una desventaja de las vacunas inactivadas radica en el hecho de que al aplicarse en animales que posean cierto nivel de anticuerpos séricos contra parvovirus canino, se produce una supresión total de la respuesta contra las vacunas. Sin embargo, los virus atenuados utilizados en las vacunas no han sido confirmados en animales exóticos, por lo tanto, la vacunación con vacunas a base de virus vivo, debe evitarse en carnívoros no domésticos, utilizándose las vacunas de virus inactivados (Sassa et al. 2011).

Control
Al igual que con otros virus, para el caso de los animales en cautiverio, se deben realizar pruebas a todos los individuos que van a ingresar a una colección, para evitar que entren animales seropositivos. Se debe cuarentenar a cualquier individuo que entre a una nueva colección por al menos 12 semanas y realizar pruebas nuevamente.